Crónica AMFest 2019 en Barcelona, día 3: «Hellelujah»
Texto por: Jordi Campàs / Fotos: Jordi Bertrán Hermosilla

Zeal & Ardor


La jornada del sábado contó con la reunión de una de las formaciones míticas de la escena barcelonesa del free jazz, o el post-rock experimental, 12twelve, diez años después de su separación tras un concierto en el Primavera Club 2018. Según los entendidos, y fans de la banda su concierto estuvo a la altura de lo esperado. En el Escenario 2 teníamos otra formación llegada de Flandes, si el viernes Brutus ocupó este espacio con notable aceptación, en el caso de Cocaine Piss diría que superaron a sus compatriotas. El cuarteto punk de Lieja con chica a la voz, Aurélie, acompañada por Yannick, Mathias y Julien dejaron patas arriba la Fabra i Coats con un show agresivo, esquizofrénico, pero muy bien llevado y ejecutado. Con la chillona Aurélie comportándose como una front-woman hiperactiva, directa, sin complejos y entrañable a la vez, descargaron un largo repertorio con una veintena de cortes que rondaban entre un minuto o dos de duración, y títulos tan sugerentes como “Sociopathic Friend”, “Pretty Pissed”, “Eat the Rich”, o “Happy Ending”. Finalizaron con Aurélie  bailando y cantando junto al público en la parte final compuesto por “Body Euphoria”, “Poor Decisions”, “Hapiness”, Ugly Face on”, o “My Cake” como colofón a un excelente directo. 

Sin duda fue con los que más disfruté durante esta tercera jornada de festival, aunque los más esperados de la noche eran Zeal & Ardor. Los chicos del coro liderados por Manuel Gagneux su máximo creador, que empezó realizando sus primeros discos totalmente en solitario, como hizo también Lenny Kravitz en sus inicios, y ya desde condal, 2017 con una banda bien armada radicada en Basilea, con Marc Obris y Denis Wagner cantando junto a Gagneux. Desde el primer salmo, “Sacrilegium I” hasta la conclusión con la antropomórfica  “Baphomet”, aquello fue un gran ceremonial de gospel metal vanguardista, y un canto espiritual al blues del demonio.  Hacía menos de un año de su anterior visita a la ciudad  y parece que el número de fans de la banda suizo estadounidense ha ido in crescendo, así como, las muestras de apoyo con coros y palmas que fue una constante durante su hora de show. Basaron su directo en su último disco Strange Fruit, nos emocionaron con ocho de sus canticos, y con otros cinco de su primer álbum, ejecutados con prestancia por Gagneux tras su doble micro, y enfundado en la sudadera con capucha tan característica de la que no se despojó hasta el encore, a pesar de la sensación de sauna latente en la sala un día más, la temperatura en el exterior era de unos 24 grados, así que en el interior sobrepasaría los treinta fácilmente.

A pesar del calor, disfrutamos de una sesión trascendental, una auténtica revelación. La descarga de Pelican en cambio fue algo más pesada con sus riffs mastodónticos, y reiterativos que te dejan noqueado  al quinto o sexto asalto. Nos machacaron casi exclusivamente con su último trabajo Nighttime Stories, editado hace tan solo cuatro meses, aparte de la que le da título, se ejercitaron con otros títulos como “Abissal Plain”, “Full Moon, Black Water”, “Cold Hope”, “Arteries of Blacktop “, y “Darkness on the Stairs”, todo bien aderezado con un buen juego de luces, y un buen sonido, como el de la gran mayoría de las formaciones, que han gozado de una sonoridad sobresaliente.  Aunque no acabaron de convencerme, habrá que verlos de nuevo en otras circunstancias para dar un veredicto justo.

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